La pequeña prisión de ser una niña adolescente

Cuando empecé este blog tenía quince años. Hoy tengo veintitrés.

A veces me preocupa un poco mi yo del pasado porque al leer las entradas de años atrás siento una profunda tristeza. Dejé de escribir y dejé de leer mis antiguas entradas porque en algún punto entre los quince y los veintitrés no sentía tristeza, sentía vergüenza. Sentía mucha pena por haber sentido tan intensamente todo lo que pasaba a mi alrededor, así que decidí que lo mejor que podía hacer con toda la intensidad de mi carácter era reprimirla, enterrarla y hacer como si no existiera. Sin querer eso se volvió parte de mi, y ahora tengo un profundo miedo a sentir como lo hacía a los quince años. 

Volteo a esos años y la ironía es que nunca nada fue tan malo como en años recientes, me da ternura recordarlo. Encuentro cosas en mi cuarto que hacía cuando tenía quince, una cartita, un dibujo, poemas... Me río de acordarme de los niños que me gustaban y de las cosas que hice por llamar su atención. No puedo evitar sonreír al pensar que todas esas cosas tan típicas de una niña de quince, incluso inocentes, las hacía con el fervor y la intensidad que derramaba en las entradas de este blog. Sufriendo, llorando, pataleando, haciendo berrinches y no puedo creer que ahora las cosas que antes eran de vida o muerte ahora son tan irrelevantes. 

Y es que estoy segura que no soy la única que lo vive así, de seguro un millón de mujeres han recordado su adolescencia de esta manera agridulce, recuerdan lo bonito que fue pero sintiendo un poco de la tristeza que nos acompañaba cada que escribíamos una cartita, hacíamos un dibujo o escondíamos un poema triste en nuestro diario... y es por que ser una niña adolescente es como una prisión pequeña en la que te dicen que aunque eres capaz de lograr lo que te propongas es mas importante que seas bonita y complaciente y por más que sientas que no encajas en un molde y creas que eres una niña rara anulada y por lo tanto puedes brincarte las reglas te llevas un poco de esta prisión contigo porque tal vez dejamos de ser adolescentes pero seguimos condenadas a ser mujeres.

Aunque sea cruel la manera en la que las niñas se convierten en adultas me siento satisfecha de haber vivido mi adolescencia así, intensamente, porque bajo esas circunstancias muchas aprendimos el arte de ser mujer y aprendimos hacer cosas que muy pocos hombres pueden y a nosotras nos sale naturalmente. Amo ser mujer y amo que muchas pequeñas mujeres de hoy se están llenando de valor para salir de esta pequeña prisión.

A mi yo del pasado, a todas las ex niñas raras y a las niñas raras de hoy: las quiero mucho.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Cartas vol. 6

Chiquititito.

Tortura China